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¿Cuánto vale? ¡Deme dos!

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¿Cuánto vale? ¡Deme dos! Freepik

Por: Robert Rodríguez1

 1 Estudiante del programa de Comunicación Social y Periodismo, Corporación Universitaria del Meta –UNIMETA. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

-Éramos ricos y no lo sabíamos, eso me decía Chelita mientras me servía unas corotas para el almuerzo. Chelita es una señora de unos 60 años que vive cerca de mi casa; ella es de Barinas, un estado de Venezuela. Ya lleva unos años acá en el país, me cuenta que se vino después de que sus dos hijos también lo hicieran, buscando una mejor forma de vida, -yo viví los años de abundancia- me decía mientras movía la cabeza con un aire de descontento.

-Cuando era joven pude ver cómo los lujos y los excesos estaban por todos lados, esa era la época de la bonanza petrolera, todo el mundo vivía con mucha comodidad, había plata para todo, hasta para malgastar. Me acuerdo mucho cuando decían que los venezolanos preguntaban cuánto valía algo y de inmediato pedían dos, eso pensaba todo el mundo. Para esa época por allá en los 80 se veía cómo mucha gente llegaba a Venezuela porque era un muy buen vividero: se podía trabajar. Me acuerdo que llegaron muchos colombianos, decían que eran como dos millones los que estaban allá, el gobierno como ya había tomado el control del petróleo y estaba bien pago en el extranjero, tenían con qué y estaba haciendo obras por todos lados y gastando plata a diestra y siniestra; se hicieron unos edificios que para esos días eran los más altos de toda Suramérica –decían- y también el metro de Caracas; las carreteras las arreglaron y construyeron otras, incluso la carretera que va de Caracas al mar; recuerdo que para esos años fue lo del muro de Berlín y fue una época de amores y desamores.

En ese momento se le veía una sonrisa pícara a Chelita, mientras llegaba con un tinto para acompañar el almuerzo. Chelita siguió después contándome que antes el petróleo era de los extranjeros, pero que después lo cogió el gobierno; decía que escuchaba que en otros países tenían problemas con la economía, pero que a ellos no les afectaba.

Chelita afirmaba que Venezuela era un país próspero, había problemáticas como en todos lados y que también corrupción, que hasta incluso le hicieron a Pérez varias protestas, y ni eso se sentía.

-Igual había cómo callar a los que se manifestaban, ya con Caldera se puso más complicado, pero igual no les ponían atención, ni siquiera los noticieros. Más que todo decían que peleaban por la educación que -aunque era muy buena- sólo era para los de más plata, era muy excluyente, aunque muchos de nosotros pudimos estudiar y con eso trabajar para tener un estilo de vida bueno: comprar casa, tener negocios y buen carro.

Seguía escuchando a la vecina mientras sorbía mi café, ella continuaba con su relato:

-De toda esa bonanza y esa corrupción fue que se pegó Chávez para poder subir al gobierno; a Caldera lo criticaban mucho y tuvo mucha oposición, y es que por la corrupción que había en su gobierno fue que tuvo mala fama, y de eso tomaron partido los del grupo de Chávez. Ya en esos días Maduro estaba trabajando con Chávez.

Chelita me dijo esto como para hacerme ver que ellos llevaban juntos mucho tiempo.

-De todas formas, cuando se hizo el cambio de gobierno para esos días, ya se veía algo de estabilidad económica: yo ya me había casado, tenía mis dos hijos, vivíamos bien y no nos faltaba nada, hasta podíamos coger el carro cada fin de semana y salir de viaje sin dificultades. Cuando eso se veía que muchos colombianos se iban para Venezuela, allá podían trabajar, y aunque no eran bien vistos se les respetaba, como a todos, claro, también llegaron muchos que sólo fueron a ser malos. Cuando Chávez subió al poder fue cuando todo empezó en caída; fue cuando el petróleo bajó y ya no hubo más plata; y como el país sólo vivía de eso, pues no se pudo sostener y empezó la economía a bajar en picada. Eso pasó como a los cuatro o cinco años de que Chávez estuviera en el gobierno, ya luego todo empezó a ser insostenible; las cosas habían cambiado, ahora eran los venezolanos los que tenían que salir de su país, llegaron especialmente a Colombia. Los primeros que empezaron a salir de Venezuela fueron los que tenían mayor visión, vendieron lo que pudieron y salieron con plata; ya los que los siguieron les tocaba salir con lo que tenían y luego salieron los que ya no tenían nada.

-¡Qué rico otro tintico para el frío! -Me decía mientras iba por él.

-Nosotros fuimos de los que creíamos que todo iba a mejorar, pero, al contrario, todo empeoró, cuando Chávez murió y le dejó el mandato a Maduro fue que todo empezó a ser caos.

-Primero viajaron mis hijos y fue –relativamente- en buenas condiciones; ellos al igual que yo llegaron en bus, no les tocó pasar por las penurias que pasan otros compatriotas que, como ya no tienen nada, les toca irse caminando. Hay unos que siguen de largo hasta Perú y Chile, yo no sé cómo hacen, decía mientras se le veía cómo se le aguaban los ojos de nostalgia.

-Cuando mis hijos viajaron, ya nosotros habíamos perdido mucho de lo que teníamos y eran ellos los que nos medio ayudaban con algo; ya no había en qué trabajar y todo se puso carísimo, todo era insostenible. Ya ellos en Colombia se pusieron a trabajar (y aunque ganaban muy poco) era más de lo que podían hacer en Venezuela. Mi hija estaba pronta a dar a luz y le era cada vez más complicado trabajar, y en vista de que yo ya no podía resistir más en Venezuela, opté por viajar, alejándome de mi esposo y demás familia. De todas formas, alguien se tenía que quedar porque no se podía arrendar nada y si se dejaba la casa sola el gobierno se apropiaba de ella. Yo también pude viajar en bus, pudimos entre todos reunir para el transporte, y ya acá en Colombia, después del nacimiento de la bebé, nos pusimos a trabajar con mi hija.

-Yo me levanto a las cuatro de la mañana a hacer tinto para vender y aromáticas, hago para llenar 8 termos de los grandes; desde el día anterior dejó todo listo: compró el café, el azúcar y las hierbas aromáticas. Mi hija se levanta y en un carrito de mercado lleva los termos, como a veinte minutos a pie queda el lugar donde ella se instala a vender; allá se queda como cuatro horas hasta que venda todos los termos. Mientras tanto, yo me quedo con la bebé y hago los oficios de la casa; después ella se devuelve para la casa y se hace cargo de la niña, y ahí ya entre las dos organizamos almuerzo. Después de eso ya me toca a mí salir a hacer lo mismo, me llevo unos termos y hasta que los venda por completo no me devuelvo para la casa. Mi hijo vive con la novia que también es de Venezuela, cada uno hace turnos en un restaurante y así tienen para pagar arriendo y comer, no es mucho lo que les queda -yo supongo- pero por ahora con eso es suficiente.

-Nosotros salimos de Venezuela porque se volvió insostenible vivir allá, todo está súper caro; no hay fuentes de trabajo y la violencia es cada vez más fuerte. De Venezuela viajaron todo tipo de personas y claro que habrá algunos que no vienen a hacer bien las cosas y se verán envueltos en círculos de malandros: me imagino que eso mismo sería lo que pasó en los 70 u 80, cuando a Venezuela fueron unos colombianos que se pusieron a delinquir. Pero la gran mayoría, como nosotros o nuestros conocidos, llegamos fue a trabajar y a hacer nuestras vidas acá, muchas veces nos dicen que nosotros estamos acá sólo trabajando y ni siquiera pagamos impuestos, pero lo que no ven es que la mayoría de lo que ganamos lo dejamos acá, cada vez que compramos algo estamos pagando IVA; o cuando tomamos un transporte; cuando compramos ropa o pagamos arriendo. A nosotros personalmente no nos tratan mal, ya mucha gente nos conoce y saben lo que hacemos y al contrario nos colaboran y así con muchos de nuestros amigos que también son de Venezuela, pero uno sí escucha cómo hay mucha gente que habla mal de los extranjeros, refiriéndose con despotismo se refieren a nosotros como “los venecos”, de una forma despectiva y hasta agresiva. Yo espero que todo esto mejore tanto en Venezuela como acá en Colombia, y que después de todo esto podamos ser de verdad hermanos, como lo fuimos hace varios siglos. Va a haber un punto, en algún lugar de la historia, en el que nos volveremos a unir, sea por las fronteras o por sangre. Créame que lo digo de todo corazón.

 

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