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Una victoria pírrica

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Una victoria pírrica fuente internet

Por: Jorge Romero Rodríguez1

1  Estudiante del programa de Comunicación Social y Periodismo, Corporación Universitaria del Meta –UNIMETA. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

Hoy podemos ver los resultados que deja el vandalismo a su paso: los restos incinerados de las instalaciones estatales, vehículos particulares y de servicio público completamente destruidos, y ni qué decir de los daños ocasionados a la infraestructura pública. Hemos sido testigos de las dramáticas escenas que atraviesa el país en estos momentos: almacenes saqueados, confrontaciones violentas por parte de grandes grupos que -actuando como langostas- devoran todo a su paso. La crueldad campa en medio de las calles y deja rastros de muerte. Todo esto comenzó por derrocar el proyecto de la reforma tributaria que, según los estudiosos del tema, causaría gran aumento en el costo de los productos de la canasta familiar, lo que conllevaría a grandes problemas económicos para las familias colombianas. Sin embargo, gracias a la desinformación por parte de los protestantes y la manipulación política de los hechos, el supuesto “triunfo del pueblo” al retirar la reforma tributaria terminó por convertirse en su propia condena, hicieron de su “triunfo” una victoria pírrica.

El “papá gobierno” es la idea popular que concibe al Estado como un ente que debe suplir las necesidades de las personas a cualquier costo. Pero, ¿de dónde salen los inmensos recursos que se necesitan para esto? ¿puede un país entrar en bancarrota? ¿debemos preocuparnos de que pueda suceder esto en Colombia? Hoy, en medio de estos hechos que nos agobian, miramos impávidos a la violencia, se refleja el odio de clases, se siente el inconformismo por parte de los manifestantes, es evidente la pérdida de empatía por los congéneres, y todo esto unido nos advierte sobre un propósito que es ilusorio.

El déficit fiscal de un país se hace efectivo cuando los gastos en los que incurre son mayores a los ingresos que recibe. La diferencia negativa de los ingresos frente a los egresos es el grado del déficit fiscal. El nivel de gastos del país contrastado con los ingresos esperados para el año 2020 es de 271,7 billones de pesos. Por otra parte, en el horizonte de los gastos que tiene un país, los rubros más representativos son las transferencias 126,2 billones, educación 44,3 billones, defensa 35,4 billones y servicio a la deuda (pago de créditos) 59,2 billones. Los ingresos más significativos del Estado son los corrientes como los impuestos, con un total de159, billones, también los ingresos de capital, las ventas de activos y créditos producen alrededor de 81,3 billones. Esta es la diferencia entre los gastos y los ingresos que tiene Colombia para este año.

En el año 2019, el PIB estuvo en un 3,2 %, pero, la pandemia ha desatado la tormenta perfecta que podría triplicar este lastre. En primer lugar, los ingresos se verán significativamente disminuidos, ya que la cuarentena ha golpeado el crecimiento económico y, por lo tanto, la generación de impuestos ha sido mucho menor. Paralelo a esto, los gastos aumentan a causa de los subsidios que el estado provee a las personas y a las empresas.

¿Cómo se financia este hueco fiscal? Para esto se tiene que acudir a mayor endeudamiento, y nuestros hijos, nietos, bisnietos tendrán que pagarlo. La solución a esto está en la venta de activos (como Ecopetrol y otros) y también en la tan dolorosa e impopular reforma tributaria, pues esta podrá aumentar la base gravable y el nivel impositivo. Esta posible solución sólo ha sido aplazada, pues no importa qué pueda suceder, deben buscarse más recursos para que la situación fiscal actual del país no llegue a niveles de una quiebra estatal. Ahora bien, será necesario adoptar medidas impopulares, pues estas son fundamentales para que el país no caiga en una espiral económica y lo envuelva en la violencia y el dolor, hasta generar incluso una verdadera guerra civil.

En el contexto de la sociedad contemporánea, cuando la humanidad ha trasegado por diversas formas de organización, los estados modernos gravitan sobre algunos principios básicos, como por ejemplo el bienestar, el cual se traduce en salud, educación, vivienda, seguridad, recreación y nutrición. Sin embargo, la realidad nos golpea inusitadamente al encontrar que, sólo en unos pocos países, se pueden cumplir los preceptos del estado benefactor. La mayoría de los 7800 millones de seres humanos que habitan el planeta azul, no cuentan con las mínimas condiciones de calidad de vida; por el contrario, la miseria se hace manifiesta en todas las latitudes del planeta, pero esta se hace más evidente en el llamado tercer mundo. Desafortunadamente, Colombia atraviesa por el sendero de las insatisfacciones sociales, y a esto se le anuda una idiosincrasia bélica que ha ocasionado manifestaciones luctuosas que ensombrecen el horizonte social, político y económico de nuestro país.

Fuente Internet

Los colombianos se refieren al Estado como si este fuera un ente abstracto y lejano; son muy pocas las personas que se reconocen como parte sustancial de aquel. El malestar y el descontento general de la ciudadanía ha provocado la fe en la idea sofista de evadir nuestras responsabilidades, al afirmar que es supuestamente la corrupción la que ocasiona la pérdida de los ingresos tributarios. Todo esto ha ocasionado también que se hable -casi en términos utópicos- de un bienestar que podemos llegar a alcanzar si siguiéramos modelos de estados organizados como algunos países europeos. Vemos a los colombianos maravillados con la organización que tienen este tipo de países; sin embargo, pocos se detienen a escrutar las fuentes de aquellos recursos con los que se nutren las finanzas públicas que costean el bienestar de aquellos ciudadanos. Esto se hace posible gracias a la contribución que realiza cada persona al sistema económico, para que así la administración pueda ofrecer altos niveles de salud, seguridad social, vivienda y, en general, para que puedan cumplirse a cabalidad los fines propuestos que plantean los estados modernos.

Si simplificamos las finanzas públicas y las llevamos al campo matemático, podemos compararlas con las finanzas que maneja una persona o una familia. Dentro del presupuesto familiar nos encontramos con ingresos y egresos; ya sea que dichos ingresos provengan de un solo miembro de la familia o bien de varios, siempre es indispensable identificar las fuentes económicas: salarios, honorarios, comisiones, ventas de sus activos fijos (como por ejemplo la casa, el carro o el mueblaje). Ahora bien, los gastos económicos pueden verse representados en: vivienda, salud, alimentación, vestuario, servicios públicos, el ocio, pago de deudas, recreación, etc. Cuando las personas gastan más de lo que ganan, pueden suplir este desbalance económico mediante créditos bancarios, no obstante, esto genera intereses financieros que cada vez pueden elevarse si se eleva la cuota de endeudamiento.

Podemos relacionar este ejemplo con el presupuesto de la nación, pues aunque este sea macro, funciona de la misma manera lógica y matemática como lo hace la economía familiar. Las fuentes de ingresos provienen principalmente de los impuestos como también de otras utilidades en las que tenga propiedad el país. De este modo, este gobierno o cualquier otro que se instale en el futuro, deberá aumentar el nivel impositivo, dado que, cada día que pasa, la bomba fiscal aumenta y los estragos de su estallido serán directamente proporcionales al tiempo en el que transcurra su aprobación.

 

 

 

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